Los diagnósticos psicológicos

A veces, ir al psicólogo genera un cierto miedo a que se nos etiquete o diagnostique con algún tipo de problema mental, parece que poner nombre lo haga aún más grave o difícil de resolver. En otras ocasiones, se acude a tratamiento para que nos digan cómo se llama lo que nos ocurre.

En general, tener explicaciones sobre lo que nos pasa y que sea un experto quien nos las dé, ayuda a rebajar la incertidumbre y sentir algo más de control sobre el problema. Y esto se puede hacer sin recurrir al diagnóstico psicológico. 

Incluso cuando se usan los diagnósticos es importante entender que son sólo una herramienta para que los psicólogos orientemos el tratamiento y tomemos decisiones sobre cómo abordar la terapia. No necesariamente reflejan la realidad de la forma que podemos entender que un diagnóstico médico describe síntomas físicos. Las emociones, los pensamientos, los comportamientos humanos, y todas la relaciones que establecemos con las personas que nos rodean, son tremendamente más complejas de describir y clasificar que las enfermedades físicas.

En resumen, a pesar de que considero que en momentos concretos puede ser útil emplear un diagnóstico psicológico, entiendo que hablar de patologías, trastornos, y deficits no hace mucho bien en nuestra labor por ayudar a las personas, devolverles la confianza en ellas mismas y recuperar la esperanza en solucionar sus problemas.

Para leer algo sobre este tema ya muy debatido de los diagnósticos, recomiendo el libro de Héctor y Marino llamado “La invención de los trastornos mentales”.

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