El futuro de la longevidad

La Zona Azul se denomina a la región del mundo en donde las personas destacan por su longevidad y envejecen de manera activa y con buena salud. Se citan en la investigación las siguientes: Nicoya en Costa Rica, Okinawa en Japón, Icaria en Grecia, Cerdeña en Italia, y Loma Linda en California (USA). En estas regiones se encuentran diez veces más personas centenarias que en el resto del mundo. A partir de esta investigación demógrafos, científicos, gerontólogos, antropólogos y médicos hacen constantes exploraciones para identificar la causa del fenómeno.

El concepto de Zona Azul surgió a partir de una serie de trabajos demográficos y estadísticos de Gianni Pes y Michael Poulin, pero se dan a conocer mundialmente a partir de los trabajos de investigación periodísticos de Dan Buettner junto a un equipo de National Geographic, y la publicación de su libro “The Blue Zones”. 

Se han encontrado denominadores comunes que indican la causa de la longevidad en las Zonas Azules:

1. Mantienen una vida activa, en movimiento. Se desplazan constantemente y las actividades diarias están acompañadas de fuerza física y sobretodo caminatas.

2 Su dieta es rica en verduras, legumbres y frutas.

3 Siguen tendencia de reducción de cantidad de alimentos calóricos.

4 Tienen un propósito de vida.

5 Evitan el estrés crónico.

6 Se sienten útiles, necesarios en la familia y en la comunidad.

7 Mantienen frecuentes relaciones sociales. 

8 Predominan las actitudes espirituales o creencias religiosas.

Tres de estos factores se corresponden al ámbito físico, los otros tienen relación con actitudes, hábitos y costumbres psicosociales. Por otro lado, se han realizado investigaciones en las que se ha establecido que el factor genético solo juega un 25% y el 75% restante está determinado por factores externos antes citados. En todos los factores que tienen más que ver con cuestiones físicas, de actividad y alimentación, no voy a entrar apenas, y me centraré más en las cuestiones más psicológicos y sociales.

Propósito de vida

Dos de las regiones que os nombraba anteriormente, Okinawa en Japón, y Nicoya en Costa Rica, tienen una palabra para denominar a lo que en psicología se suele llamar el propósito de vida: Ikigai es el término en japonés y en Costa Rica lo suelen llamar el Plan de Vida. Y es que en estos lugares del mundo con tal alta cantidad de personas centenarias, parece que se repite sistemáticamente que tienen un propósito de vida. Es un elemento fundamental para el bienestar psicológico tener alguna meta que alcanzar, algún tipo de propósito general que dirija la vida de cada persona. 

Los científicos creen que este factor actúa como una especie de protección ante el estrés, y que incluso ayuda a disminuir de forma general los procesos inflamatorios, de manera que tienen menos posibilidades de sufrir enfermedades como el Alzheimer, la artritis o incluso de padecer alguna cardiopatía.

Cada vez hay más evidencia que apoya la importancia del propósito de vida en la salud mental y física, y cómo este factor puede llevarnos a vivir más tiempo. Uno de los investigadores que más se ha centrado en estudiar este factor, el doctor Robert Butler, plantea que no hay duda de que la expectativa de vida aumenta en la medida que tenemos un significado o sentido de la vida definido. En 2014 presentaron un estudio longitudinal que relacionaba el propósito de vida con la longevidad. La conclusión más simple a la que llegaron es que aquellas personas que expresaron tener un sentido claro en sus vidas vivieron más tiempo y de una forma más saludable que otras personas sin un propósito de vida bien definido.

Otros estudios más recientes han vinculado claramente un fuerte propósito de vida con un menor riesgo de mortalidad a partir de los 50 años. En el estudio se hizo un seguimiento de unos 7000 adultos por encima de los 50 años y los participantes fueron entrevistados utilizando un cuestionario en el que se evaluaba su propósito de vida y cómo de significativo e importante era para guiar sus vidas. Aquellas personas que tuvieron una peor evaluación en el propósito de vida tuvieron el doble de posibilidades de morir que los que puntuaron más alto. A pesar de que tenemos que ser prudentes a la hora de sacar conclusiones con estos estudios correlacionales, sí que podemos decir que parece haber suficiente evidencia para afirmar que tener un firme y claro propósito de vida tiene una influencia muy positiva sobre la salud y la longevidad.

Y ¿cómo conseguimos tener ese propósito de vida que nos guíe cada mañana cuando nos levantemos? Pues va a depender de cada persona por supuesto. Algunas lo encontrarán sencillamente en sus aficiones, otras lo encontrarán participando y dedicando tiempo a alguna organización o a algún voluntariado, o puede que otros sean felices pasando en tiempo en su jardín, o participando de la crianza de sus nietos. 

Lo que sí parece claro es que las personas necesitamos tener un sentido que nos ayude a luchar y esforzarnos cada día por seguir activos. Es algo que además se puede apreciar trabajando en la consulta psicológica. Cuando te encuentras con personas sin ningún motivo para levantarse cada día, nos encontramos con todo tipo de problemas psicológicos y de sufrimiento emocional. 

Estrés crónico

Otra variable que parece ser diferente o especial en las personas que viven en estas zonas azules es que son capaces de evitar el estrés crónico. El estrés es una reacción normal y necesaria ante ciertos peligros y de alguna forma podemos entender que es una reacción necesaria y positiva, que nos puede ayudar incluso a salvar nuestra vida. Lo que no es tan positivo es cuando el estrés se mantiene más allá del peligro real, lo que se suele llamar estrés crónico, que se mantiene en el tiempo a pesar que ya no existan motivos ni siquiera adaptativos, ni siquiera que tengan que ver con la supervivencia. Y son muchos los estudios que miden el impacto que tiene el estrés sobre todo cuando se mantiene en el tiempo en el cuerpo humano. Hay cambios químicos muy potentes, especialmente en los niveles hormonales y en la salud gastrointestinal, que generan toda una serie de enfermedades y patologías bastante preocupantes.

Si el estrés es una respuesta útil y extrema que nos ayuda a huir o luchar en una situación de supervivencia (o que percibimos así), imaginaros lo que es mantener esta reacción fisiológica en el cuerpo más allá de o razonable… pues tiene un coste muy alto en lo físico y lo psicológico. Y que el estrés se cronifique tiene que ver con una situación concreta que se mantenga o con un estilo general de vida. Las situaciones que nos generan estrés en muchas ocasiones ya no tienen nada que ver con una situación real de peligro, sino que suele tener más que ver con alguna situación social, laboral, o personal, de manera que mantenemos ese nivel de alarma durante mucho tiempo a pesar de no ser la típica situación en la que tenemos que huir o luchar ante un peligro físico, algo para lo que el cuerpo está preparado pero por un corto período de tiempo.

Así que la respuesta de estrés y más cuando se cronifica, no sólo no es eficaz para resolver el tipo de problemas a los que nos enfrentamos hoy en día, sino que además genera toda una serie de daños en la vida de las personas. Ocurre que en las zonas azules, las personas suelen ser capaces de lidiar con ese estrés crónico, o sencillamente activan y desactivan la reacción de estrés en la medida que el peligro real esté presente o no.

Conexiones sociales

En estas regiones del mundo además, las personas reconocen sentirse muy satisfechas con sus relaciones personales, mantienen vínculos fuertes, y sienten que cuentan con apoyos en los que pueden confiar, ya sean amistades, familia o la pareja. Muchos estudios relacionan una vida social rica y satisfactoria con mejoras a nivel neuropsicológico, sobre todo memoria y destrezas cognitivas. Parece además que amortigua el deterioro cognitivo normal que sobreviene al envejecer. Así que parece que hay una relación clara entre salud mental y relaciones sociales positivas. Mucha gente es consciente de lo que supone (sobre todo en países occidentales) la jubilación en cuanto a cambio o ruptura, incluso de las relaciones sociales y personales que para muchos tienen que ver con el trabajo, de forma que no es difícil entender por qué hay un aumento de problemas mentales como las demencias, cuando ocurre la retirada del trabajo. En estas regiones suele haber otra peculiaridad, y es que viven de una forma algo más rural, de manera que no suelen tener trabajos de los que jubilarse, y es raro ver esta ruptura llegados los 65 o 70 años. Mantienen sus mismas actividades físicas y ocupaciones diarias que les hacen mantener también sus mismas relaciones personales y sociales. Esta variable más social se solapa en gran parte con otra más física, que tiene que ver con mantener un cierto nivel de actividad, con no dejar de hacer cosas, de moverse, de participar, etc. porque en definitiva seguir conectado con tus relaciones implica en muchos casos también mantener ciertas actividades que sabemos que amortiguan del paso del tiempo. 

Espiritualidad

Este factor suele ser bastante difícil de estudiar y medir. Sin embargo hay muchos autores que lo identifican como otra variable que nos ayuda a ser más longevos. Tener ciertas creencias espirituales, fe en alguna religión, o llevar a cabo prácticas espirituales, ayuda a prepararse para enfrentarse a momentos duros de la vida, como dificultades en las relaciones personales, o procesos de duelo. Se ha encontrado como factor común en estas zonas que las personas suelen formar parte de alguna comunidad religiosa y llevan a cabo prácticas espirituales tales como la meditación o otro tipo de rituales. Parece que el mero hecho de participar en actividades religiosas, y todo lo que implica, de alguna forma ayuda a mejorar la calidad de vida y la longevidad. 

En la práctica todo esto se traduce en dedicar algún tiempo diario o semanal a cultivar el mundo interior y la espiritualidad. En Loma Linda (California) por ejemplo se olvidan durante un día entero cada semana de todos sus problemas y practican el sabbat entre los judios, que es el día semanal de fiesta dedicado al culto divino y al descanso. Se reúnen para pasear por la naturaleza y hablar amigablemente de su religión y sus creencias. Es obvio que también ya de paso se refuerzan sus costumbres y todos los lazos que los unen. La religiosidad es una especie de terapia de grupo, que por si sola no hace que las personas sean más longevas, pero en combinación con otros factores sí que se convierte en otro elemento clave.

En resumen, la visión de lo que ayuda a que las personas que viven en estas zonas azules sean tan longevas, por si podéis aplicar algunas de estos elementos sería: Tener una actividad física intensa y regular en el día a día, en las tareas cotidianas (el sedentarismo es un concepto desconocido en estas regiones); tener un ikigai o plan de vida, para tener un motivo que nos haga levantarnos cada mañana, y que nos resulte como una guía; reducir el estrés para frenar el envejecimiento y la probabilidad de padecer enfermedades, bajar el ritmo diario y detectar si hay alguna fuente de ansiedad o estrés crónico que nos esté generando todo tipo de problemas; en cuanto a la alimentación bajar la ingesta calórica, o sea, comer menos en general, se habla de parar de comer un poco antes de que llegue la sensación de saciedad; priorizar en la dieta las frutas, verduras y legumbres, y parece que carne, pescados y lácteos se suelen consumir en menor cantidad en estas regiones, además de un consumo moderado o inexistente de bebidas alcohólicas; en lo social todo lo que implique participar en la comunidad y sentirte perteneciente a un grupo, en el que además se promuevan hábitos saludables; y por último el cultivo y práctica en actividades religiosas junto con la conexión social y el cuidado de los vínculos personales. 

Aunque queda mucho por investigar acerca de lo que es diferente en las zonas azules que les hace ser tan longevos, parece curioso ver que parte del estilo de vida tiene que ver con volver a hábitos que parecen estar bastante olvidados en gran parte de occidente. El mensaje más moderado por mi parte no es que os vayáis al monte a intentar replicar este estilo de vida, pero en lo posible parece interesante que intentemos llevar una vida un poco más parecida a lo que ya saben hacer desde hace tiempo muchas personas que viven en las zonas azules. 

- NOTAS - 

Charla TEDx de Dan Buettner acerca de “cómo vivir para llegar a los 100 años”. En la web de Blue Zones tenéis decenas de artículos para los que queráis saber más sobre cómo llevar una vida saludable y longeva.

Para profundizar más en temas relacionados con alimentación y ejercicio físico os recomiendo que leáis a Marcos Vázquez o escuchéis su fantástico y riguroso podcast.

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