Enseñanza basada en la evidencia

La Enseñanza o educación basada en la evidencia busca fundamentar las decisiones y los métodos que utilizan los profesores de una manera científica a partir de los datos que los docentes con experiencia van aportando, y principalmente se utilizan metaanálisis para ir llegando a un consenso de cuales son las prácticas pedagógicas realmente efectivas.

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Elevación moral

Jonathan Haidt se ha hecho muy conocido en los últimos años por un libro recientemente publicado en castellano aunque fue escrito en 2012. Es una delicia de obra llamada: “La mente de los justos, por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”, y en él argumenta cómo la emoción y la intuición, más que el razonamiento, guían la moral, y por qué distintos grupos políticos tienen concepciones tan diferentes de lo que es correcto e incorrecto.

En 2006 publicó su primer libro llamado La hipótesis de la felicidad, también muy recomendable, en el que explora la relación entre filosofías antiguas como el estoicismo y el budismo y la ciencia moderna. Pero de lo que voy a hablar hoy es de una emoción bastante desconocida de la que ya escribió Haidt hace 19 años.

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Trabajos sustituidos por robots

En 2013, un estudio publicado por la Universidad de Oxford creó un fuerte impacto al pronosticar que en las próximas décadas un 47% de puestos de trabajo en Estados Unidos estaban en riesgo de perderse al ser llevados a cabo por las máquinas.

Toda esta era tecnológica imparable que continúa evolucionando de manera exponencial, parece que va a dejarnos una serie de perjudicados y beneficiarios. Los robots y otras máquinas automatizadas están cambiando radicalmente muchas ideas sobre lo que entendemos por empleo y puestos de trabajo. Muchos afirman que en el pasado hubo cambios tecnológicos y de paradigmas en relación al mercado laboral, a los que supimos adaptarnos y reconvertirnos, pero que la era de la automatización no va a ser una transición tan asumible para muchos puestos de trabajo que están en riesgo de desaparecer, al menos para los humanos.

Siguiendo al estudio de Oxford, más recientemente, en 2018, el conocido periodista argentino y premio Pulitzer Andrés Oppenheimer publicó un libro llamado: “¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización”. En él, Andrés hace un repaso de muchos empleos actuales y las posibilidades de que en un futuro cercano sean asumidos por máquinas inteligentes. En el libro se abordan los nuevos fenómenos del machine learning o aprendizaje automático, también se habla de inteligencia artificial, realidad virtual y aumentada, o incluso de la necesidad de una renta básica universal como forma de evolucionar, una vez que dejemos de poder desempeñar una gran cantidad de trabajos que ahora mismo suponen nuestro sustento económico.

Pero el nombre del libro en inglés me parece aún más divertido, empieza llamándose: “The Robots Are Coming!” Y muchos se preguntan que para qué vienen los Robots, a lo que otros contestan: “Para todo”.

Algunos estaréis pensando que todo esto pudiera parecer mera especulación, algo de sensacionalismo y bastante de hype. Y desde luego hay autores que argumentan casi lo contrario, que estos avances tencnológicos van a generar infinidad de nuevas oportunidades de trabajo, eso sí, no serán parecidos a los trabajos que existen hoy en día.

Hoy ya podemos decir que las máquinas no sólo están desempeñando trabajos aparentemente mecánicos y repetitivos, como los que podéis imaginar en una fábrica de montaje. Los robots y los ordenadores están empezando a encargarse de trabajos mucho más complejos.

¿Ejemplos? En Wall Street hay muchos analistas financieros que ya no son necesarios, están siendo reemplazados por máquinas que analizan el Big Data de una forma mucho más eficiente. Sectores como el periodismo también están empezando a sufrir la implatación de nuevos ordenadores que transcriben y traducen entrevistas con sistemas de inteligencia artificial. Y empiezan a emplearse bots (que son rutinas de software que hacen tareas repetitivas) que escriben artículos y noticias breves sobre política y eventos deportivos. El más conocido es el robot Heliograf del Washington Post, que el año pasado escribió unos 850 artículos. La cobertura que realizó de las ultimas elecciones en Estados Unidos, escribiendo 500 artículos, hubiera requerido cientos de periodistas.

Como dato curioso, algunos de los responsables de la revolución tecnológica, Bill Gates y Mark Zuckerberg, fundador de Microsoft y Facebook respectivamente, están admitiendo por primera vez que el desempleo causado por la tecnología, el llamado desempleo tecnológico, podría convertirse en el gran conflicto mundial del siglo XXI. Hay más elementos que hacen que este tema se vea de forma trágica. El estudio de Oxford, coincidió con varias noticias que parece que pronosticaban una nueva revolución de la robótica y la inteligencia artificial, que posiblemente eliminaría millones de empleos en todo el mundo. Justo a la misma vez que se publicaba que Google había comprado 8 compañías de robótica, incluida la famosa Boston Dynamics, la empresa de robots para uso militar.

Lo que me he encontrado revisando los trabajos que hay publicados sobre todo esto es que hay dos bandos muy definidos, algo que ocurre en muchos otros asuntos. Hay todo un sector autodenominado los tecnoptimistas, que hablan de las ventajas que va a ofrecer la automatización y que los robots desempeñen una serie de tareas más rutinarias o tediosas, y sobre todo que va a traer nuevas profesiones que van a generar empleos y riqueza. Y hay otros muchos autores que se encuentran en el extremo contrario, y lo que plantean es que los robots definitivamente van a encargarse de muchas más tareas de las que pensamos, incluidas no sólo aquellas más básicas y mecánicas, sino incluso algunas que son mucho más sofisticadas. Y que esto va a generar una destrucción de empleo muy importante y otra serie de efectos en cadena. 

En lo que sí parecen estar mucho más de acuerdo es en que el futuro del trabajo tiene que ver con desarrollar otro tipo de habilidades diferentes, con cualidades más creativas y artísticas… aquellas áreas en las que los robots y la inteligencia artificial todavía andan un poco lejos de alcanzarnos. Y esto tiene también muchas implicaciones sobre la enseñanza, sobre cómo enfocar la educación y cómo preparar a los niños y jóvenes para que se enfrenten al futuro mercado laboral. Ahora sí parece cada vez más evidente que la educación no puede seguir enfocada a preparar mano de obra o desarrollar trabajos que ya las máquinas empiezan a llevar a cabo de forma más eficiente y competente. 

Pienso que desde luego la transición puede ser difícil, sobre todo porque hay una generación que va a tener que reciclarse a marchas forzadas porque sus puestos de trabajo van a estar los próximos años y décadas en serio riesgo. Pensad en las profesiones más afectadas, como la de ser conductor. En Estados Unidos ya estiman que unos 80 millones de puestos de trabajo dejarán de ser necesarios debido a que los sistemas de conducción autónoma avanzan rápidamente y son ya una realidad.

¿Queréis saber si estáis en peligro de quedaros en desempleo y si vuestra profesión esta en serio riesgo? Pues ya tenéis varias webs que se encargan de dar un pronóstico sobre cuál es el peligro real de que te quedes sin trabajo por culpa de las máquinas. En las notas tenéis enlaces a dos páginas que con sólo introducir vuestra profesión harán un cálculo porcentual sobre las posibilidades de ser sustituidos por robots. Os adelanto algunas de las profesiones que ya publicaron en el estudio de Oxford que parece que están más en riesgo. 

Según el algoritmo que diseñaron, los empleos que tienen un 99% de posibilidades de ser reemplazados por robots, drones, vehículos autónomos, y otras máquinas inteligentes, son por ejemplo: vendedores que ofrecen productos por teléfono, vendedores de seguros, auditores de cuentas, o incluso los bibliotecarios. Estas ocupaciones serán sustituidas por programas de ordenador que pueden acumular información, procesarla, y hacer proyecciones para el futuro mucho mejor que los humanos.

Entre los trabajos que cuentan con un 98% de posibilidades de desaparecer en los próximos 15 o 20 años, el estudio citó a empleados administrativos y bancarios, dedicados a analizar y procesar préstamos, e incluso a inspectores de compañías aseguradoras. En gran parte porque las tareas que desempeñan son rutinarias y pueden ser fácilmente emuladas por la inteligencia artificial.

En esta misma categoría del 98% también están los árbitros deportivos, cuyas decisiones serán cada vez más reemplazables por el trabajo automático y más preciso de drones y sistemas informáticos que analicen videos revisando jugadas dudosas.

En cuanto a los empleos que tienen un 97% de probabilidades de ser eliminados por los robots, tenemos a las recepcionistas, los camareros de restaurantes y hoteles. No es raro ver cada vez más pantallas con sistemas informáticos en los que hagamos nuestro pedido a modo autoservicio.

Y con un 96% tenemos la profesión de conductor que ya mencionaba antes. Empleos como el de taxista, mensajero, repartidor o camionero. Básicamente porque serán reemplazados por vehículos que se manejan solos. Pero con esta probabilidad tenemos también otros trabajos como guías turísticos, técnicos dentales, farmacéuticos, o carniceros.

Yo ya hice mi correspondiente comprobación como psicólogo, para ver exactamente el riesgo que tengo de perder mi trabajo, y por suerte soy uno de los afortunados con sólo un 0,4% de posibilidades de que las máquinas me reemplacen en las próximas décadas.

No dejéis de pensar en cómo reinventaros, cómo evolucionar, y sobre todo cómo adaptaros a los cambios porque es una ley que parece que se repite: “Adaptarse o morir”. 

- NOTAS - 

El estudio de Oxford y el libro de Andrés Oppenheimer.

Para comprobar si tu trabajo está en peligro, visita willrobotstakemyjob o la web de Byron Reese. 

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Sesgo de confirmación

¿En qué se basan nuestras creencias y opiniones? ¿De dónde sacamos las teorías que tenemos acerca del mundo, de cómo comportarnos, de qué es normal y qué no?

Mucha gente piensa que las convicciones y las creencias son racionales, lógicas, imparciales, y que son el resultado de años de experiencia y de un análisis objetivo de la información que nos llega. En realidad, todos somos frecuentemente víctimas de una trampa cognitiva llamada sesgo de confirmación. Nuestras creencias se suelen construir al buscar la información que confirma nuestras teorías o prejuicios sobre algún tema, y de la misma forma solemos ignorar aquella información que contradice lo que pensamos.

Así que el sesgo de confirmación es un tipo de sesgo cognitivo (de los muchos que hay) que hace que demos más relevancia a los datos que confirman lo que ya pensamos en relación a cualquier tema: cómo educar a nuestros hijos, qué opción política es mejor, o todas las microteorías que nos posicionan frente al mundo y nos dirigen cuando tomamos decisiones. 

Por ejemplo, imaginaros que alguien tiene la creencia de que los zurdos son más creativos que los diestros. Cada vez que esa persona se encuentre a una persona zurda y que además sea creativa, la teoría se hará más fuerte al acumular evidencia a su favor. Y así se estará más receptivo a cualquier otro dato que confirme aún más esta creencia, a la par que se pasa por alto otros hechos que vayan en contra de esta idea.

Pero el sesgo de confirmación no sólo va de buscar nuevos datos que nos den la razón y nos reafirme en nuestras ideas, también determina la forma en la que interpretamos lo que nos ocurre, y cómo lo memorizamos. Nos es más fácil recordar los detalles de aquello que refuerza nuestras posiciones ante la vida. 

Durante mucho tiempo la gente elegía el periódico o canal de televisión y radio afín a su ideología. Nos rodeamos en general de personas que no sólo comparten gustos y aficiones con nosotros, sino también posiciones políticas e ideológicas, o en definitiva su forma de entender la vida. Es algo que nos genera seguridad, es agradable, es una cuestión tribal, cuál es mi grupo al que pertenezco y con el que me siento identificado, que reafirma mi visión. Y como ya os podéis imaginar esta es una regla básica de por qué cada grupo ayuda a perpetuar sus propias creencias y convicciones, y por qué las voces disonantes o incómodas son muchas veces apartadas y excluidas.

Y luego llegó la era de internet. En los últimos 10 años el sesgo de confirmación se ha vuelto mucho más potente aún. No solamente seguimos interpretando aquello que nos sucede de la forma más favorable a nuestras teorías, ahora consumimos con más facilidad aquellas fuentes que reafirman nuestras ideas… páginas webs, canales de youtube, blogs, etc.

Da igual qué teoría tengamos sobre el mundo, si un día nos parece que la tierra debe ser plana y comprobamos a ver si hay alguien más que piense así, encontramos webs que recopilan todo tipo de argumentos que confirman esta alucinante y falsa teoría.

Pasa un poco parecido con las Fakenews, noticias falsas que se propagan tan fácilmente a través de mensajes de whatasapp y páginas webs. Somos una presa fácil porque todo aquello que nos encaje con nuestras creencias tiene automáticamente crédito para ser cierto, sin ninguna comprobación previa. 

Os pongo algunos ejemplos más sobre el sesgo de confirmación en la vida cotidiana:

“Siempre que lavo el coche, llueve”. Después de lavar el coche empieza a llover, y recuerdo que varias veces lo he lavado y también ha llovido. Pero no recuerdo las veces que lo he lavado y no ha llovido. Y si alguna vez lo lavo y no llueve, mi cerebro no va a registrar el hecho “hoy he lavado el coche y no ha llovido”. Lo mismo ocurre con muchos sueños premonitorios… Imaginaros que soñáis que os encontráis con un viejo amigo que no veis desde la infancia. Pocos días después, coincidís con él por la calle. Es fácil hacer una supuesta relación entre ambos sucesos y llegar a la conclusión de que tuvisteis un sueño premonitorio. Pero, ¿no será pura casualidad fruto del azar? Tenemos cientos de sueños en nuestra vida, probablemente alguno de esos sueños coincidiera con un hecho real, como encontrarse con un viejo amigo de la infancia. De nuevo,  el error es que se selecciona un hecho positivo confirmatorio que lleva a conclusiones equivocadas, y se ignoran todas la veces que hemos soñado que algo iba a pasar, y finalmente nada pasó.

Para quien esté interesado en conocer experimentos que se han realizado en psicología acerca de este sesgo, os dejaré un enlace en las notas a los estudios originales que se realizaron en los años 60 del siglo XX. Y un apunte: El término «sesgo de confirmación» fue acuñado por el psicólogo inglés Peter Cathcart Wason, quien desafió a los sujetos a que identificaran una regla que se aplicaba en tres números. El objetivo del estudio de Wason fue demostrar que la mayoría de las personas no procede de manera óptima cuando se trata de poner a prueba hipótesis. En su experimento, en lugar de tratar de demostrar que una hipótesis es falsa, la gente tendió a buscar la confirmación de la hipótesis.

Algunas ideas para intentar evitar caer en el sesgo de confirmación:

Abre tu mente a opiniones contrarias: Si estás completamente convencido de que estas en posesión de la verdad, te resultará incluso raro que haya personas que tienen una visión completamente diferente a ti… y sin embargo esas personas también pueden estar convencidas de estar en posesión de la verdad. Suele ayudar observar y escuchar sus puntos de vista y tratar de analizar lo que otros opinan sin caer en el error de pensar que no saben lo que dicen, aún cuando te resulte totalmente opuesto a tus creencias.

Pon en duda tus creencias de vez en cuando. Es una premisa básica del método científico: Tratar de probar que lo que crees es falso. Puede ser incómodo e incluso desagradable poner en duda tus creencias, nos puede generar inseguridad e incertidumbre. Ya sabemos que preferimos las certidumbres, sentir que tenemos el control, sin embargo, ser excesivamente rígidos también nos puede limitar de otras muchas formas. A veces es el miedo a reconocer que nos equivocamos y que los demás se den cuenta de nuestro error, el motivo que nos hace ni siquiera pararnos a escuchar opiniones o ideas contrarias.

Por último también puede ayudar a no caer en la trampa del sesgo de confirmación, el ser conscientes de nuestros prejuicios, de que no somos neutrales. 

El sesgo de confirmación nos presenta el reto de intentar ser un poco más abiertos, y las desventajas de irnos a posiciones más rígidas, así como polarizarnos, radicalizando nuestras creencias sobre multitud de temas. Pero tengo que acabar recordando que también nos aporta un serie de ventajas evolutivas. Este sesgo es clave para construir rápidamente teorías que nos ayuden a predecir nuestro entorno. Es una ventaja evolutiva, necesaria para evitar peligros y tener sensación de control sobre el mundo que nos rodea.

- NOTAS - 

El autor que acuñó el término sesgo cognitivo en la wikipedia: Peter Cathcart Wason, y su experimento o tarea de selección.

Acerca del poco científico informe sobre las pseudociencias (en Xataka y la La Venganza de Hipatia). Aquí hay un estudio curioso que desmonta “el mito de la luna llena”.

Fluir

“Los mejores momentos de nuestras vidas no son los momentos de relajación, en los que estamos pasivos o receptivos… Los mejores momentos suelen ocurrir cuando nuestro cuerpo o mente se lleva a sus límites en un esfuerzo voluntario de conseguir algo difícil y que merece la pena” – Mihaly Csikszentmihalyi.

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Voy a hablaros del fenómeno del Flow o Fluir, y usaré indistintamente los dos términos sobre todo porque la traducción de fluir no siempre encaja fácilmente. La cita que leía de Mihaly, es un pequeño adelanto de lo que voy a intentar mostrar sobre su obra. Es profesor de psicología en California, y ha destacado por su trabajo acerca de la felicidad, la creatividad, el bienestar subjetivo y la diversión, pero es más famoso por su creación de la teoría del Flow y por el trabajo que ha realizado durante mucho tiempo acerca de ese tema.

¿Recordáis alguna ocasión en la que estuvierais absolutamente enfrascados haciendo algo, que perdierais la noción del tiempo, que os sintierais inmersos, concentrados, llenos de energía, en una especie de sensación en la que todo fluía?

A este estado le llamó Mihaly el flow en el año 1975 y a partir de entonces se ha difundido extensamente en diferentes campos del arte, el deporte, la productividad, y la creatividad en general.

La experiencia de fluir es universal y se ha identificado en todo tipo de edades, género, clase social, y culturas. Es una sensación además que puede ser experimentada haciendo diferentes actividades. En inglés es común hablar de estar “in the zone”, aquí tal vez es más habitual que digamos que alguien está inspirado o que “se sale”.

Bueno, vamos a empezar explicando quién es este psicólogo croata que se licenció y doctoró en la Universidad de Chicago en 1960. Mucho antes de esto, Mihaly, experimentó lo que es ser prisionero durante la Segunda Guerra Mundial, siendo testigo del sufrimiento de mucha gente, pero también desarrolló una gran curiosidad e interés por entender la felicidad y la plenitud en la vida. Pudo observar cómo mucha gente era incapaz de vivir la vida con satisfacción al perder sus trabajos, sus hogares, su seguridad, … por culpa de la guerra. Cuando esta acabó, empezó a leer filosofía y se interesó también por el arte y la religión como un medio para responder a la pregunta de qué hace que la vida tenga sentido y merezca la pena ser vivida. Finalmente se encontró con la psicología cuando estaba en una estación de esquí en Suiza. Allí acudió a una conferencia de Carl Jung (uno de los psicólogos más famosos), quien hablaba sobre los traumas que había generado en Europa la Segunda Guerra Mundial. Se quedó tan fascinado que empezó a leer toda la obra de Jung, y finalmente acabó estudiando psicología en los Estados Unidos. Lo que quería de verdad era estudiar el origen de la felicidad.

En su conocido libro llamado “Fluir: Una psicología de la felicidad”, plantea que la felicidad es un estado interno de la persona que se puede alcanzar aumentando la cantidad de momentos en los que se tiene la sensación de fluir. Defiende que la felicidad no es un estado rígido que no se pueda cambiar, sino que para conseguir la felicidad se requiere un cierto esfuerzo y dedicación, y que a partir de un punto de partida, el Flow es la clave para encontrar una felicidad genuina.

Tras muchas investigaciones lo que empezó a entender es que las personas son más creativas, productivas, y con frecuencia más felices, cuando se encuentran en este estado de flow. Ha realizado cientos de entrevistas a atletas, músicos, y artistas, porque quería saber en qué momento experimentaban su pico más alto de rendimiento y resultados. Y también estaba interesado en averiguar cómo se sentían en esos momentos de inspiración. De hecho el término flow lo acuñó después de escuchar que describían ejemplos en los que sencillamente sentían que todo fluía sin mucho esfuerzo. Mihaly se centro en saber qué era lo que especialmente despertaba la creatividad, sobre todo en el puesto de trabajo, y cómo la creatividad hace que seamos más productivos.

Estas son algunas de las características que describen una situación ideal de Flow.

  1. Concentración total en la tarea.

  2. Claridad de la meta que se persigue y de la recompensa que se tendrá al llegar a ella.

  3. Alteración de la sensación temporal (tanto que el tiempo pasa rápido o muy despacio).

  4. Una experiencia gratificante en sí misma.

  5. Facilidad al hacerlo sin necesidad de esfuerzo.

  6. Un equilibrio entre el desafío que se tiene por delante y la propia capacidad.

  7. No hay necesidad de pararse a reflexionar, la acción y la claridad mental van juntas.

  8. Sensación de control sobre la tarea.

Bueno, y una pregunta que podemos hacernos es: ¿quien puede experimentar esta sensación de fluir? La cuestión es que la capacidad para experimentarla es diferente en cada persona. Parece que aquellas con personalidades autotélicas son más capaces de experimentar Flow. Esto de autotélicas hace referencia a aquellas personas que hacen las cosas más por propio interés o decisión, y no tanto por alguna meta que venga de fuera. Son más persistentes, tienen más vitalidad, y son más concienzudos. Se han hecho estudios recientes que asocian el flow con 5 tipos de personalidades y parece que las personas más neuróticas son más propensas a sufrir ansiedad y autocríticas, circunstancias que suelen interferir con el estado de Flow. En cambio, aquellas personas más centradas, tienen más tendencia a dedicar tiempo a aprender a dominar alguna tarea, una característica importante para experimentar el Flow.

¿Bueno y que ocurre en nuestro cerebro mientras nos encontramos en este estado de fluidez?

Se han hecho muy pocos estudios neuropsicológicos sobre este tema. Lo que muestran las pruebas de neuroimagen es que durante el Flow disminuye la actividad de la corteza prefrontal, ya sabéis, el area responsable de las tareas más avanzadas del cerebro, como las autoreflexiones, la conciencia, la integración temporal o la memoria de trabajo. Mientras estamos en pleno proceso creativo, esta área se piensa que temporalmente se vuelve más inactiva, en un proceso llamado hipofrontalidad transitoria. Esto puede ser lo que explique las sensaciones asociadas al Flow, como la distorsión del tiempo o la pérdida de autoconciencia. Yo añado una más, parece que hay una desactivación de los sensores fisiológicos, vamos que puedes pasar horas sin ir al baño ni acordarte hasta que descubres de repente que tu vejiga va a explotar…

El hecho de que en parte se desconecte el centro de control, la corteza prefrontal, se piensa además que es lo que hace que otras áreas del cerebro se comuniquen con más libertad, con menos restricciones, algo que favorece el proceso creativo. Hay otra teoría que plantea que es estado de Flow está relacionado con el circuito de recompensa de la dopamina, al aumentar la actitud de curiosidad.

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Una de las compañeras de Mihaly, Jeanne Nakamura, lleva tiempo estudiando cómo podemos llegar más fácilmente a este estado de fluidez mental, creativa y física. Para ella lo primero es ser conscientes de que no podemos experimentarlo si tenemos estímulos que nos distraigan cerca. De alguna forma aislarse parece necesario. Esto implica neutralizar las interrupciones típicas de los correos electrónicos, el móvil, o personas que puedan interrumpirnos de forma intermitente.

También plantea que la tarea que tengamos por delante sea desafiante pero que esté a nuestro alcance, para no llegar a frustrarnos y estresarnos constantemente. Por otra parte, si estamos enfrascados en un desafío que es excesivamente fácil podemos aburrirnos y distraernos con frecuencia.

La sensación de Flow no es magia, es real, y lo mejor de todo, hay cosas que podemos hacer para que aparezca con más frecuencia. Yo la he experimentado en el pasado y lo sigo haciendo en el presente, aunque reconozco que no es una sensación que sienta ni mucho menos todos los días. Y casi siempre me ha ocurrido delante de un ordenador, con una tarea nueva y desafiante, que requiere creatividad y concentración. A veces es crear una nuevo diseño para mi página web, otras ingeniar una presentación completamente diferente para algún curso que tenga que dar, y últimamente desde que empecé con Elemental, la tarea de estudiar y preparar los temas de los que hablo en el podcast, puede llevarme a una agradable sensación en la que todo fluye y puedo asegurar que es muy satisfactoria, casi como unos de esos momentos de felicidad en los que nada importa y todo es importante.

- NOTAS - 

Video explicativo sobre el Flow y enlace al famoso libro de Mihaly: “Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad”. Por si queréis conocer a Jeanne Nakamura y su trabajo. Y para rematar, escuchad al propio Mihaly en una charla TED.