Cambiar ideas políticas

En general, los seres humanos mostramos serias dificultades para cambiar de opinión o modificar nuestras creencias y especialmente parece que nos cuesta mucho más cuando se trata de cuestiones políticas. Y nuestra capacidad para cambiar de opinión o modificar las creencias no tiene nada que ver con la inteligencia, ni con el nivel sociocultural. 

Cuando hablo de creencias políticas no sólo me refiero a qué partido pensamos votar, sino a todo lo que se entiende por cuestiones políticas… temas como la inmigración, la pena de muerte, el aborto, las medidas para mejorar el desempleo o los problemas sociales, cómo debería funcionar una economía justa, etc. Así que parece que estamos más dispuestos a cambiar de opinión sobre temas no políticos. 

Los científicos, siempre centrados en resolver preguntas y entender mejor cómo funcionamos, llevan tiempo interesados en saber por qué ocurre esto. Pero no son los únicos, saber cómo funcionan estas creencias inamovibles, es el gran desafío en el mundo de la política. Al final, persuadir a los votantes para que cambien sus posiciones es el gran objetivo de cualquier partido como forma de llegar al poder. Así que saber cómo cambiar las mentes de las personas genera gran interés no sólo en los científicos.

Los psicólogos han estado dando vueltas alrededor de una posible razón por la cual las creencias políticas resultan tan intocables. Y la idea a la que algunos han llegado es que nuestra identidad política está muy relacionada y vinculada con nuestra propia identidad personal. Esto implica que en muchas ocasiones si sentimos que atacan nuestras creencias políticas, sentimos que nos atacan a nosotros como personas.

Sabemos que cuando percibimos una amenaza física activamos mecanismos de huida o de lucha, y de la misma forma ocurre cuando percibimos una amenaza a nuestra identidad personal. Nuestro cerebro esta construido para protegernos.

Jonas Kaplan, psicólogo de la Universidad del Sur de California, defiende en este sentido que "La principal responsabilidad del cerebro es cuidar el cuerpo, protegerlo” y plantea que "El yo psicológico es la extensión del cerebro en esa tarea de protección. Así que cuando nuestro yo se siente atacado, nuestro cerebro activa las mismas defensas que tiene para proteger el cuerpo".

Hace poco Kaplan ha encontrado más evidencia de que tendemos a tomar los ataques políticos como algo personal. En un estudio publicado en 2016 en Scientific Reports, él y sus colaboradores tomaron a 40 sujetos experimentales con "convicciones profundas” y un posicionamiento claro en relación a temas políticos, los colocaron en un escáner de resonancia magnética funcional y comenzaron a cuestionar sus creencias. Luego observaron qué partes de los cerebros de los participantes se iluminaron, o sea mostraban más actividad. Su conclusión: cuando los participantes fueron desafiados en sus creencias sólidas, hubo más activación en las partes del cerebro que se cree que se corresponden con la identidad propia y las emociones negativas.

El estudio tiene algunas limitaciones pero es una nueva evidencia de estos argumentos, que confundimos los desafíos ideológicos con insultos personales. 

Entonces, pensando en cómo aplicar estas ideas para cambiar las mentes, parece que necesitamos separar las opiniones de las identidades, y esto es algo que resulta especialmente difícil con la política.

El experimento

Os cuento más sobre el experimento que llevó a cabo Kaplan, pero antes comentar que en la investigación participó también Sam Harris, que es un conocido neurocientífico y autor de varios libros superventas, que cuenta también con un podcast llamado Making Sense, que en el que habla sobre neurociencias, muy recomendable.

Y la pregunta del estudio fue la siguiente: ¿qué sucede en el cerebro en el momento en que nos enfrentamos a un argumento que va en contra de nuestra identidad política? Pues para responder a esta pregunta crearon un experimento en el que querían entender lo que sucede en el cerebro cuando nos resistimos a cambiar de opinión.

A los participantes se les mostró una serie de declaraciones con las que estarían de acuerdo (ya que conocían previamente las convicciones políticas de los participantes), como, "Los Estados Unidos deberían reducir su presupuesto militar".

A continuación, los investigadores plantearon contrargumentos del tipo: "Rusia tiene casi el doble de armas nucleares activas que Estados Unidos". Los argumentos en contra, como este, no eran todos hechos reales. Se exageraron o se fabricaron para que fueran desafiantes a las creencias previas de los sujetos experimentales, sin importar si algunos sabían que había afirmaciones falsas. Se pretendía también estudiar la capacidad para mostrarse escéptico, algo que forma parte del fenómeno de cambio de creencias.

A los participantes también se les mostraron afirmaciones que no tenían relación con creencias políticas, como "Thomas Edison inventó la bombilla" y "Albert Einstein es generalmente reconocido como uno de los más grandes físicos de todos los tiempos”. Y también se plantearon a continuación argumentos que ponían en duda esas afirmaciones (y de nuevo algunos argumentos fueron exagerados a fabricados por ellos). 

El objetivo de estos experimentos fue comparar las reacciones: ¿hubo una diferencia en la forma en que los cerebros de los participantes procesaron los desafíos a sus creencias políticas frente a algo presumiblemente menos emocional como las afirmaciones sobre Edison o Einstein?

Las respuesta es que sí. Había diferencias. En concreto, Kaplan y Harris vieron que los argumentos políticos provocaban mayor activación de la llamada "red neuronal por defecto”, que son un conjunto de estructuras cerebrales que actúan cuando estamos en modo reposo, sería algo así como el ralentí del cerebro. Es la actividad cerebral que mostramos cuando no estamos haciendo ninguna tarea específica, son actividades mentales más inconscientes que tienen que ver en gran parte con la identidad de la persona. De una forma más coloquial algunos lo llaman el mundo interno que tenemos al margen de los estímulos que viene de fuera. El estudio también encontró una mayor activación neuronal en la amígdala, una región del cerebro que se correlaciona con las emociones negativas.

Básicamente, los resultados sugieren que en los cerebros de los participantes se activaron las mismas regiones que se activan cuando pensamos acerca de nuestra identidad y cuando nos sentimos amenazados. Es probable que sean estos circuitos neuronales los que planteen esta dificultad para cambiar creencias y opiniones acerca de cuestiones políticas.

Estos resultados se plasmaron también en un cuestionario. El grado en que los participantes cambiaban de opinión dependió de si el tema era político y neutro. Es mucho mas fácil cambiar de opinión sobre los logros de Thomas Edison que sobre temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la inmigración, donde en general las personas no renuncian tan fácilmente a sus creencias.

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A pesar de estas conclusiones aparentemente simples, hay muchas cosas que no están claras. Los neurocientíficos no saben con precisión qué hace la "red neuronal por defecto”. Es probable que sirva para muchas funciones a la vez y no sólo a proteger las creencias más sólidas que tenemos o aquellas que tienen un componente emocional asociado. Lo que nos lleva a un problema con muchos estudios de neurociencia: es fácil ver qué áreas del cerebro se iluminan durante una tarea pero es mucho más difícil concluir con claridad qué están haciendo exactamente esas áreas del cerebro.

Pero este estudio es una prueba de que esta red está involucrada cuando se trata de pensar acerca de creencias consolidadas.

Algunas conclusiones que saco: que el cerebro procesa la información políticamente cargada de manera diferente (seguramente más emocional) que procesa hechos más mundanos. Esto explica en parte por qué cuando intentamos debatir con alguien sobre un tema político, los intentos de corregir la desinformación pueden ser contraproducentes por completo, dejando a las personas más convencidas de sus convicciones.

Tengo que añadir también, que los temas políticos no son los únicos en los que nos bloqueamos con frecuencia, la religión es otro buen ejemplo, o incluso todos los fanatismos a los que nos agarramos a veces las personas, que puede ser defender a tu equipo de fútbol, o las rivalidades típicas entre ciudades o autonomías o incluso países.   

De hecho, Kaplan y Harris también tienen trabajos anteriores a este en el que investigan sobre creencias religiosas, encontrando los mismos resultados: activación en zonas cerebrales relacionadas con identidad personal y también zonas emocionales.

En resumen, somos muy resistentes a cambiar todas aquellas creencias, yo diría que también valores o principios que nos definen y que son parte de nuestra identidad, de lo que somos. Y esto tienen un cierto sentido, no sería buena idea que fuéramos demasiado volubles o cambiantes en todos estos significados que actúan de guía o brújula en nuestras vidas y que nos permiten hacer juicios de valor y tomar decisiones. 

A pesar de esto, las creencias de las personas, incluso las políticas, pueden cambiar si hacemos ver que una cosa es lo que somos y otra diferente las creencias que podemos tener en relación a cualquier tema. Cuando conseguimos hacer esta separación, se neutraliza en parte la reacción defensiva al no sentirse como un ataque a la integridad de la persona.

- NOTAS - 

Jonas Kaplan y Sam Harris en su investigación de 2016. Para los que quieran saber más sobre la red neuronal por defecto.

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